Una novela corta y delicada...
Pensar un árbol es una intensa novela corta, donde el autor juega a confundirse con el texto... y recoge los sinsabores de la pérdida.
Descubre esta novela donde el autor juega con las palabras y el texto a proposito del sentimento de pérdida.
EXTRACTO
La muerte: no tiene sentido. Vueltas.
Después: y más después, con el o’clockar de las horas, solo asomará la ausencia, ese espacio recortado con color de realidad pero vacío de presencia, que primero se va llenando de lágrimas al run run de la mañana y, después, de olvido, de rutina y de tinta seca hasta pasar sin más (el hombre es un gato, el hombre es un árbol, conviene no olvidarlo). Así que debemos desacostumbrarnos a la sobreprotección que nos embarga en esta vida cargada de apatía en la que nada nos pasa, seguros bajo el confortable techo. No más entretenimiento de bajo riesgo. Somos refractarios cual cristal endeble, aceptemos, pues, el dolor, lo negativo: tránsito hacia lo sublime.
Y escindido: tras estas frases que tratan de aportar algo de templanza a la pena de ella, me propongo romper la idea posmoderna de que la literatura (baja estofa) no guarda relación con lo real: ¡qué más real que un gato muerto! Esto no es un juego, ni una mera seducción a través de las encantadoras sílabas salidas de la boca jugosa de una sirena alborotada. Hay algo más tras la palabra, pues no solo es herramienta, utensilio, amenaza, directriz, ideología, propaganda, sino un libro dentro de otros libros. Me pregunto: ¿cómo puedo seguir hablando de lo real si no es a través de la irreal inconsistencia de las palabras? El amor es una ficción.